Cuando a alguien, con 3 desorbitados sueldos (primas no
incluidas), le da por pensar, mientras se fuma un puro sentado en el jardín de
su palacio, sobre sistemas para salir de la profunda crisis que azota el país
que dice gobernar, siempre la solución que encuentra trata de ahogar hasta
extremos insospechables a las clases medias y bajas. A los aficionados al
bonsái que nos encontramos en esa situación, solo nos queda retroceder unos
cuantos cientos de años y volver a la época del trueque para poder acceder a
una más que modesta colección de árboles. Mientras, esperamos esperanzados, que
ni a él, ni a ninguna de las personas que eligió para hacer ricos en los 4 años
posteriores a su elección con el reparto de carteras, vuelvan a tener una de esas geniales ideas de
las que acaban en desahucios, hambre y más paro.
En esta ocasión, y tras una bajada de sueldo monumental,
acompañada de una aplicación de un ERE más severo del que me venían imponiendo,
gracias al sistema de la reforma laboral recientemente implantado “que tantos
puestos de trabajo nos ha creado”, -¡jé!-,
opté por deshacerme de un lote de macetas a cambio de un arce
buergenarium.
El nacimiento del dinero fiduciario se produjo ante la necesidad
de utilizar algo que fuera mundialmente aceptado como cambio y que tuviera una
medida de valor, de forma que no hubiera necesidad de negociar contrapartidas
entre la parte contratante de la primera parte y la parte contratante de la
segunda parte, que dirían los hermanos Marx.
En mi caso tuve suerte. Este año salió al mercado de valores
una OPV (Oferta Pública de Venta) de un inversor que quería deshacerse de parte
de sus acciones, y para acelerar la colocación de los activos, los lanzó bajo
prima de emisión, contando dichas acciones con una valoración de triple A según una
prestigiosa agencia de calificación. Es decir, que en un mercadillo, alguien
ofreció arces tridentes a cambio de macetas usadas, y entregaba buen material a
cambio de macetas clásicas de supermercado, contando además con muy buenas
referencias hacia él.
Una vez negociado en el mercado secundario, cerramos la
compra y me hice con el activo. El valor de las viejas acciones frente a las nuevas era de
8:1, o sea, 8 macetas viejas, por cada árbol nuevo.
La operación tardó poco tiempo en cerrarse y en tan sólo 4
días ya había recibido mi arce
a cambio de este lote de macetas
a cambio de este lote de macetas
Fue una grata sorpresa. El valor nominal de la acción estaba
muy por encima de su valor de mercado. Buena conicidad y grosor en su base. Las
raíces habrá que empezarlas desde cero...
Pero con las características de estos arces no creo que sea
un mayor problema, bien por acodo o bien por injertos, el activo irá cogiendo
valor en bolsa.
-¿Y que dura tarea le espera para este año?-Preguntará aquél
que aún no se entera cual es mi procedimiento habitual.
-Pues ninguna. De momento, esperaremos a que se estabilice
el precio de la acción, ante las
oscilaciones no cíclicas e incontrolables. Lo planté en akadama, perlita y
arena de río a partes iguales, con una capa de akadama sola en la superficie y
que se haga a su nueva ubicación. Si el año que viene el mercado es más estable
especularemos sobre él para intentar incrementar su valor nominal,
probablemente vía nebari.
No sé si fueron las perturbaciones externas o el acoso de los
mercados que aún no se habían estabilizado, pero durante los meses de marzo y
abril, el precio del activo bajaba considerablemente, y su valor en el mercado
se desplomaba. No brotaba.
¿Motivo?
Multitud de componentes. Lo compré un poco fuera de
temporada, tuve que cortarle las raíces para poder encajarlo en la maceta de entrenamiento…
El desplome seguía cayendo junto al IBEX-35, pero no arrastrado por la
ponderación de los más solventes, sino por méritos propios.
Fue en mayo cuando empezaron a verse brotes verdes, bueno,
mas bien rojos.
Hubo entonces una aceleración en ese pequeño periodo de
recuperación al alza. Salieron dos largas ramas.
Pero el peso de las nuevas medidas quebrantaron su situación
de equilibrio y se partieron, volviendo a su estado de recesión.
Por suerte entraba ya en un periodo cíclico propicio para la
recuperación de este tipo de activos y no tardó, en los meses de julio y agosto,
en subir hacia un máximo histórico: Sus ramas llegaban ya hasta el tejado de mi
patio.
El verano, siempre es mas próspero para el empleo, y suben
las contrataciones, a pesar de que este año en muy menor medida. Pero aun así,
más contratación supone subida de la bolsa al generar confianza en los inversores, lo que significa mejor rating, y bajada de la prima de
riesgo. Mi árbol, aprovecha esta situación para acumular ahorros y asignar así los recursos obtenidos en abono,
y así obtener cierta fortaleza para la brotación del año que viene, en la que se
prevé grandes recortes, sobre todo en esas ramas de mas de 2 metros. Recortes,
que dependen de los otros recortes que antes os mencionaba: de esos llamados
“paquete de medidas”, cuando realmente deberían llamarse: “medidas de paquetes”,
en cuyo caso, tendré que verme obligado a buscar inversores dispuestos a
realizar una OPA (Oferta Pública de Adquisición) para que se haga con la
totalidad de mis acciones al no poder mantener los pocos activos que me quedan en unas condiciones de mercado aún más desfavorables, por mínimas que sean.
Sed buenos, ya que otros no lo son tanto.
ITXE