Poco tiempo
lleva este crataegus conmigo. Era finales de agosto de 2.011 cuando estando en
periodo vacacional de trabajo aprovecho para hacer una visita a unos familiares
de un pequeño pueblo de castilla.
Es uno de esos
llamados “pueblos con encanto”. Lugares para los que hay opiniones de todos los
gustos. Hay quienes dicen que no pasarían un día entero en un lugar así ni
locos:
-¿Yo perdido
en el monte? Vamos a ver, hablamos de una aldea con cuatro casas mal contadas.
Rodeado de animales cuadras y vegetación. Sin prisas por las calles, ni ruido
de motores. Por no haber no hay ni cobertura de móvil. ¿Cómo iba a vivir yo sin
mi WhatsApp? No se puede ir de bares,
entre otras cosas porque solo hay uno. ¿Qué actividades puedo hacer yo allí?
¿Echar la partida a la brisca a las 5 de la tarde como hacen los lugareños? ¡Me
estresa no tener nada que me estrese!
Otros,
paradójicamente, utilizan esos mismos argumentos para defender el motivo por el
que están deseando tener unos días libres para relajarse alejados de la ciudad.
Cada vez son más. No en vano, parece que crece el turismo rural.
Llego a casa de
mis tíos y golpeo ese gran portón de 15x15, típico de esos pueblos a modo de
llamada.
-Vaya, parece
que no me abren ¿Me habrán oído?
Ante la duda
me aseguro y aporreo la puerta enérgicamente. El escandaloso ruido llama la
atención de la vecina de la casa de al lado.
-Ñiiiiiieeeeeeccc-
abre la puerta una señora anciana
-¿Y tú de
quién eres?-pregunta la vecina.
-Buenos días
también para usted, señora-le contesto
Típica
pregunta de pueblo. La echaba de menos. Desean ver caras desconocidas por el
pueblo para soltar la pregunta de marras. Y es que no se pueden contener. Es
como en la salida de una carrera de 100 metros lisos, que si el juez tarda en
dar el pistoletazo, no aguantan la tensión acumulada y a la mínima, alguno de los
atletas salta de los tacos haciendo nulo.… se escapan. Esta buena mujer no fue
capaz ni de empezar saludando, y no precisamente por falta de educación. Es
típica la cortesía y las buenas maneras en estos pueblos.
Esclarezco a
la señora que soy familiar de los dueños de la casa. Mientras tanto, ella escucha
aparentemente dando vueltas a la cabeza con todo lo que le voy argumentando…
-¡Tate!-salta
la señora cortándome la explicación-¡Entonces somos familia! El hijo del abuelo
del cuñado de tu padre estuvo casado con la prima de mi prima, que en paz
descanse, y ella es hermana del difunto sobrino de mi hermano, que es tu tío.
Y con una
alegría en la cara me plantó dos besos. Es típico de los pueblos buscar
parentescos.
-Pues no
esperes en la calle hombre, que tus tíos han ido a atropar patatas y regresan
enseguida. Discúlpame un momento.
La mujer entra
en casa unos segundos, y al volver:
-¡Pero
señora!-exclamo-¡¿A dónde va usted con el badajo de la campana de la iglesia?!
-¿Que dices,
niño? Es la llave del portón de tus tíos. Te abro y espera dentro, que aquí te
torras con el sol.
Claro, la
típica llave de pueblo. Gigantesca.
Así fue que
esperé sentado dentro de casa de mis tíos, viendo el único canal de televisión
que se puede sintonizar, algo típico en los pueblos. Además, mi nueva… ¿Prima?
O lo que me toque, que no me ha quedado claro, me cortó unas rodajas de chorizo
típico de pueblo para picar, con unos mendrugos de pan de pueblo, como no podía ser de otra manera.
-Come, que no
comes nada… Así vas a criar buen pelo…
La estancia
fue de lo más relajante. Uno de esos días mi tío me llevo a dar una larga vuelta
para enseñarme sus plantaciones y parcelas y de paso coger unas cuantas
fresas y ciruelas. Su huerto quedaba a
las afueras del pueblo, las plantaciones de centeno algo más arriba del monte,
y poco a poco empezamos a profundizarnos más y más en el campo.
-¡Que cantidad
de moscas! Me pica todo-exclamo.
-Y más que te
va a picar, Itxe, y más que te va a picar…
Uy, uy, entre
que nos estamos perdiendo en la profundidad de un bosque y esto que me acaba de
soltar… empiezo a sospechar que aquello que me dijo en casa de “si quieres te llevo al huerto” tenía un
sentido mas traumático de lo que creía. Pero no, en este caso la expresión de
“piensa mal y acertarás” no tiene aplicación práctica.
Después de un rato caminando mientras me explicaba sus cultivos, llegamos a donde pretendía.
Después de un rato caminando mientras me explicaba sus cultivos, llegamos a donde pretendía.
-Y esta otra
parcela tengo intención de levantarla para cultivar...-continúa relatando.
Se me abrieron
los ojos de par en par. Ni me enteré de qué es lo que pretendía cultivar allí. Cuando
dijo la palabra mágica “levantar” ya solo veía robles y espinos enmacetados.
-¿Levantar has
dicho?
-Sí, pero aún
no es época. Supongo que para finales de año pediré los permisos pertinentes y todo
esto lo aprovecharmos para leña.
Típica leña de
pueblo.
-Ya que sacas
el tema de los permisos... ¿Y a mí me darías permiso para llevarme algo de aquí?
Ante su mirada
atónita no tuve más remedio que explicarle mi afición al bonsái. Lo cierto es
que no entendía muy bien que quisiera llevarme un arbusto de los que allí
había. Y me advirtió que no era buena temporada para sacarlo de raíz y agarre.
Pero seamos sinceros: En invierno allí caen unas nevadas de pánico y me va a
ser imposible ir, además, dependo de los días que le concedan para proceder a
“limpiar” el suelo.
-Entonces ¿dices
que me lo puedo llevar?
-Tranquilamente,
Itxe. Si todo va para leña, pero ¿Cuando tienes pensado sacarlo? Pasado mañana
es la fiesta del pueblo y al día siguiente te vuelves a casa, que dices que
empiezas a trabajar. Y si lo sacas antes se te va a secar…
Alguno pensará
¿Y por qué no ir el día de la fiesta?
Es típico en
los pueblos que el día de la fiesta no trabaje nadie. Es más, típicamente van
vestidos de punta en blanco ese día. Además, ¿Quién soy yo para romper esas
costumbres?
-No te
preocupes, voy mañana mismo y lo guardo en el maletero.
-¿Cómo? Itxe,
No seré yo el que diga que no lo hagas, pero vas a trabajar en balde. No puedes
pretender en pleno agosto, darle una poda drástica a un arbusto, sacarlo a raíz desnuda, tenerlo
metido en el maletero del coche cascándole 40 grados a la sombra y que encima
te agarre.
Probablemente
tuviera razón. Pero hay tres motivos que me empujaron a hacerlo. El primero es que no hay nada que
perder. Al fin y al cabo él mismo dice que terminará siendo leña. El segundo salió
de su boca, y es que el calor es infernal. Tengo entendido que existe parón
vegetativo a partir de cierta temperatura, así que quizá haya suerte. El tercer
motivo es que desde que llegué al pueblo, estoy venga a comer tocino y chorizo,
y no me vendrá mal hacer un poco de ejercicio por aquello de guardar un poco la
línea.
En cuanto a
tener el árbol a raíz desnuda en el maletero del coche, no hay mucho que se
pueda hacer. Acudí a la única tienda de ultramarinos, típica de pueblo, y tras
responder a la pregunta de “¿y tu de quién eres?” salí del establecimiento con
un rollo de film y un familiar nuevo: la tendera. Aunque tampoco me ha quedado claro
el grado de parentesco con esta señora. La idea es la de envolver el árbol una
vez fuera para que no se deshidrate. Si consigo sacarlo con un buen cepellón
quizá tenga suerte.
Dicho y hecho.
Al día siguiente madrugón... bueno, quizá no tanto. Eran las 9 de la mañana
cuando sonó el despertador, pero ¡Que carajo! ¡Estoy de vacaciones!
El desayuno
como siempre por estos pueblos de lo más sano: unas ciruelas que cogimos el día
anterior y un tazón de leche, pero nada de “exprimir” el tetrabrik, ¡”Exprimido”
de la vaca!
Por si alguno
se lo pregunta, la respuesta es no. Yo no ordeñe la vaca. No me atrevo a tocar las
tetas de nadie delante de mi contraria, por muy vaca que sea… por muy vaca que
sea el animal, no mi chica. Ella es preciosa... mi chica, no la vaca. Y no lo
digo sólo porque está detrás de mí leyendo lo que escribo con su mano
sujetándome el cuello, que también…
-Ay, ay, que
me ahogas…
Bueno, lo
cierto es que no me atrevo ni a acercarme al animal, directamente... y ahora me refiero a la vaca otra vez y no a
mi chica...
-Ggghhhhh,
afloja, mujer, afloja, que no respirogghhh…¡¡¡Que he dicho que me refiero a la
vaca!!!! Grrrhhh…
Una vez
desayunado, cojo los bártulos y al monte.
-¿Seguro que
sabrás llegar solo?-Me dice mi tío
-¿Lo dudas?
Para otra cosa no valdré, pero para orientarme…
Bueno, pues
para orientarme tampoco. Tardé 2 horas en llegar a la parcela, con el sol
castigando e invitando a los mosquitos a seguirme en el trayecto. ¡Qué cansinos!
Eso sí, tuve
un pequeño contratiempo en el camino, que contaré a continuación, no sin antes
lanzar una advertencia al amigo lector: si eres un poco escrupuloso, sáltate el
siguiente párrafo escrito en rojo, que es un tanto asqueroso. Y para ti, que te aventuras
a leerlo, a la primera arcada sube con el ratón a la X de la pestaña para
cerrar el blog, antes de que ocurra algo irremediable.
Resulta que
según me dirigía al terreno:
PRRROOOOOMM
¿Truenos?¿Derrumbes?¿Obras?... nada de eso. Era
el grito de liberación de las heces oprimidas. Efectivamente, lo vulgarmente
llamado pedo. No se si por el nerviosismo de encontrar una buena pieza, o por
sentirme perdido en el monte... pero me entraron unas terribles ganas de hacer
de vientre… sí, de cagar, sí. Veo que sois menos finos que yo…
Hey, hey, un
momento… ¡Tú! Si, tú, tú que estas leyendo la entrada del blog... ¿Ya te está
dando asco? ¿Y que haces leyendo esta área restringida en color rojo? Sáltatelo
anda, que ya avisé que era no apto, y además, esto no aporta nada a la historia
del espino… en fin… para el resto de lectores continúo…
¿Y que hago yo
ahora? ¿Una hora de caminata y volver a casa? ¿Hago el parto aquí mismo en el
monte? ¿Un parto en la calle es un alumbrado público?
Pues hice lo
que cualquiera de nosotros habríamos hecho aunque ninguno lo reconocería: Cagar
en el mismo monte. ¿Acaso no lo hacen los animales? Además, un poquito de abono
a la tierra no le vendrá mal.
Amigos, no es
tan sencillo como parece. Cuando procedes a bajarte el pantalón y a ponerte de
cuclillas para desprenderte del contenido residual, nos damos cuenta de que
algo falla: el pantalón queda dentro de la trayectoria entre la vía de escape y
el suelo .
¿Cómo es posible? ¡En el excusado eso no pasa!
Efectivamente, Cuando nos sentamos para realizar nuestras necesidades fisiológicas el ángulo que forman las rodillas es de 90º, quedando desplazado el pantalón exactamente la medida de nuestro muslo. En el caso de hacerlo de cuclillas, las rodillas tienden a formar un ángulo agudo, cerrándolo hasta unos 25º por tema de mantener el equilibrio, quedando así la ropa en el recorrido de la piñata. Que horror.
¿Y ahora que hago?
¿Cómo es posible? ¡En el excusado eso no pasa!
Efectivamente, Cuando nos sentamos para realizar nuestras necesidades fisiológicas el ángulo que forman las rodillas es de 90º, quedando desplazado el pantalón exactamente la medida de nuestro muslo. En el caso de hacerlo de cuclillas, las rodillas tienden a formar un ángulo agudo, cerrándolo hasta unos 25º por tema de mantener el equilibrio, quedando así la ropa en el recorrido de la piñata. Que horror.
¿Y ahora que hago?
¡Idea! La
solución recaía en buscar la manera de aguantar la posé de sentado, como en el
inodoro.
¿Y eso como se consigue?
Tan sencillo como apoyando la espalda en un árbol, así que me acerqué a uno de los robles, comprobé que tenía pañuelos de papel, me volví a bajar los pantalones, me acerqué al árbol y…
¿Y eso como se consigue?
Tan sencillo como apoyando la espalda en un árbol, así que me acerqué a uno de los robles, comprobé que tenía pañuelos de papel, me volví a bajar los pantalones, me acerqué al árbol y…
-¡No! Montón de hormigas correteando por el tronco…
Cambio de
planes, me agarraré a él en lugar de apoyarme y mantendré posición de estar
sentado en el aire…
En definitiva, me agarré al árbol, adopte la
postura pertinente y cuando todo parecía ir bien… zzzzzzZZZZzzzzZZZ
No amigos, no
me quedé dormido. Centenares de moscas se acercaron en busca del inminente
banquete como si de un buffet se tratara. ¡Así no hay quien se concentre!,
además, algunas parecían tener más prisa y no se les veía muy dispuestas a
esperar a que salga la comida al comedor, sino que preferían entrar hasta la cocina
para buscarla.
¿Solución?
Pues espantarlas con la mano moviéndola como un abanico justo debajo de la zona
de abastecimiento de abono, con el correspondiente riesgo que caiga el
muñecolate encima de mi mano…
Y ahí me
encontraba yo, con los pantalones bajados, sentado en el aire, agarrado a un
árbol con una mano y con la otra debajo de mi culo moviéndola de un lado para
otro como si me estuviera echando aire mientras procedía a contribuir en la
reforestación plantando un pino. Imaginaros la imagen… o bueno... mejor no.
El caso es que
al final lo logré y ahí deje el premio gordo, disputado por las moscas que
esperaban impacientes a que se sirviera la comida y unos escarabajos peloteros
que pasaban por ahí y se encontraron todo el rancho.
Totalmente
relajado llegué a la zona a levantar. Prácticamente se puede decir que convivían
sólo dos especies de árboles: espinos y
robles.
Los robles me
encantan. Todos los quercus en general me gustan. Especie autóctona donde las
haya, que no “donde las hayas” que también… sin embargo la variedad que allí
había era de Quercus pyrenaica (rebollo) y lamentablemente tiene unas hojas
enormes. Si no me equivoco, no son muy aptas para bonsái, por lo menos para lograr tamaños shohin o komono. No así el caso de los
espinos con pequeñas hojas y maderas interesantes.
Pues ya habíamos
hecho una pequeña criba: buscamos un majuelo. Después de un rato buscando por
la zona me llevé una pequeña desilusión. Parece ser que los espinos, por lo
menos los de esta zona, tienen tendencia
a crecer muy rectos y sin apenas conicidad. No había gran material para elegir.
Sin embargo, hubo uno que me llamo la tención y le vi algo, quizá que comenzaba
a bifurcar su ramificación mas abajo que los demás. Así que en vista de lo que
había por la zona, no se hable más. Al lio.
Tarde mis
horitas cavando y haciendo un agujero alrededor del tronco. Dicen que la copa
es el reflejo de las raíces, y éste tenía una buena copa así que abrí mucho el
agujero buscando un gran cepellón... pero no aparecían por ninguna parte. El
terreno era bastante malo, muy seco, además en verano apenas llueve. Las raíces
pueden estar un par de metros bajo el suelo…
¿Y ahora que?
Hombre,
se ven raíces gordas, no son las que alimentan al árbol, pero si corto
de allí y tiro hacia fuera, quizás salgan las finitas.
Pues así lo
hice, y de raíces finas nada. En cualquier caso, sacado el árbol, me lo llevé y
di por hecho el día. Lo envuelvo con film y al maletero, donde pasó sus tres
días esperados.
Pasadas las fiestas del pueblo parto de vuelta. Llego a casa y
ésta es la pieza en cuestión todavía envuelta.
A continuación
os muestro el árbol desembalado con la melena de raíces que sacó.
Efectivamente
no hay nada de nada. Además se ve que la zona mas baja al doblarlo y tirar para
fuera se me rajo, así que de perdidos al rio, serré la parte de abajo.
Y lo metí
en una maceta bastante baja con akadama reutilizada. Al fin y al cabo, estamos
en agosto y el bicho esta sin hojas… esperanzas de que brote hay muy pocas.
Sin embargo,
el film hizo su trabajo y fijaros en las zonas de los cortes:
Seguían frescas.
Así quedo el
árbol en cuestión.
Y así seguía según
iban pasando los meses. Terminó agosto, septiembre, octubre, noviembre…el árbol no
reaccionaba.
En enero, no
se cual de las neuronas se me cruzó y me dio por pensar que si quitaba
directamente las ramas que sobraban tendría que hacer menos esfuerzo para alimentarse
y directamente se las corté. ¿Bien hecho? Yo creo que sí, pero tarde. Eso lo
tendría que haber cortado el primer dia. Lo cierto es que ahora, con el meneo, en el caso de que hubiera salido alguna raiz, corría el riesgo de romperse.
En cualquier caso, decidido a cortar, la idea de lo
que le sobraba la tenía más bien clara, y pasó de estar como se ve en este
video:
A quedar así lo que será el futuro frente:
Y así por la parte de atrás, llena de cortes
La herida de arriba desaparecería al tener que rebajarse aún más la zona en la que se cortó el tronco principal, las otras dos ya sería esperar a que cicatricen. Pero de momento, seguimos esperando a que el árbol responda.
En ocasiones, hacer seguimientos de compañeros de afición desespera. En mi
caso, ver que en febrero los crataegus de algunos compis están empezando a
hinchar yemas, empieza a preocuparme,
porque éste no da señales de vida. De todas formas no tenía muchas ilusiones
puestas en él. Demasiados meses parado… aunque.. un momento.. en la copa no se
ve nada, pero en el sustrato..
Uyuy, ahí hay
raíz…
Una parte del
árbol tiene que estar viva sí o sí. Así que sigo esperando.
Es en marzo cuando empiezan
a asomar yemas. Tanto por el ápice que he dejado,
Como por la
mitad del tronco.
Es increíble
la fuerza de la naturaleza. Quizá a vosotros no, pero a mi me llama la atención
enormemente cómo los tiernos brotes, sacan fuerza para abrirse camino entre la
dura y castigada corteza haciéndola parecer débil y quebradiza.
Marzo lo acabó
con alguna ramita
¿Entonces ha
sido un éxito su recuperación?
Pues yo creo
que es pronto para decirlo. Hasta que pase el ciclo completo y brote el año que
viene no me aventuro a decir si el árbol tiene suficiente fuerza como para
recuperarse. Pero no parece llevar mal camino. Es ahora cuando me arrepiento
haber utilizado un sustrato usado.
Veremos que pasa. Mientras tanto empezaré a indagar sobre otro de mis árboles: el genealógico, que veo
que tengo más familia de la que pensaba. ¿Y tú, amigo lector de quien eres?
Sed buenos. Seáis
de quien seáis.
ITXE
¡Menudas panzadas de risa me pego! Es un placer leerte y pasárselo bien con tus relatos, verídicos, no se duda, pero contados con mucho sentido del humor... y, desde luego, no me olvido con tus árboles y trabajos. El crataegus se ve bonito, deja que agarre bien y ya verás...
ResponderEliminarMuchas gracias por alegrarnos el día.
Saludos. César.
Gracias por el comentario, Cesar.
ResponderEliminarYa ves, para un árbol que intento sacar yo del suelo y me sale igual que los que he obtenido de los escombros de obras.. Esto de las recuperaciones está claro que no es lo mío.
Lo que es increible la fuerza que tienen los espinos, con todo lo que habia leido yo por ahí de que no les gusta mucho que les toquen las raices...y este está soportando un increible ajetreo..
Veremos si aguanta o era una brotación de reservas, miedo me da el verano...
Saludos!
El espino se ve con fuerza. Me he reído con tus anécdotas del pueblo. Una vez a mi hermana, 7 años,y a mi, 8 años, nos preguntaron el famosos ¿y tú de quien eres? y mi hermana que tenía más cara que yo contestó " de mi padre y de mi madre", para cuando llegamos a casa de los abuelos ya lo sabían y nos riñeron por ser maleducadas con los del pueblo. Lo he recordado al leer tus anecdotas.
ResponderEliminarSaludos, Loli
Bueno, bien contestado quedó jeje.
ResponderEliminarA ver como acaba el año el bicho ;)
Saludos
Yo tambien soy de...apoyarme en roble. ¡Uf! ¡Qué liberación! No va a ser todo llevarse material a casa, ¿No?
ResponderEliminarDivertido como siempre. Suerte con el espino.
Un saludo
Pues espero que tengas mas facilidad que yo, pq me resulto dificilísimo el c..apoyarme al roble jeje
ResponderEliminarSaludos
Esto es relatar una historia y lo demás son tonterías. Un grandisimo relato. Me ha costado que la jefa me ha reclamado doce veces , las seis ultimas con mal tono ya, pero ha valido la pena.
ResponderEliminarUn saludo y a seguir.
Luis V.
http://eltimbonsai.blogspot.com.es/
Se agradece, Tim!
ResponderEliminarHa quedado un poco larga, pero es que habia mucho que contar jeje..
Saludos!